Elegir la norma adecuada para implementar en su organización implica comprender a fondo sus objetivos, los requisitos del sector y los retos operativos. Comience por identificar las áreas en las que la normalización puede aportar los beneficios más significativos, como la gestión de la calidad, la seguridad, el impacto medioambiental o la cohesión tecnológica.

Las normas existen para ayudar a resolver retos organizativos, especificar requisitos exactos para productos y servicios, y establecer un punto de referencia para lo que es «bueno». Proporcionan información sobre la mejor manera de hacer algo, ya sea destilar whisky o fabricar piezas para el motor de un coche. Según una investigación de BSI, el 35 % de los usuarios de normas afirman que estas son esenciales para su actividad empresarial.

Además de este beneficio general, las organizaciones que adoptan una norma también disfrutan de mejoras operativas más amplias, como el aumento de la eficiencia y la productividad, la mejora de la reputación de la empresa y, en consecuencia, la captación de nuevos negocios.